Sobre la autoridad del profesor y las metodologías activas

Esta no es una entrada de blog llena de referencias bibliograficas. Es un post fundamentado en mi experiencia como docente tanto en los niveles educativos de la ESO, Bachillerato y Universidad (grados, máster, formación del profesorado universitario, educación a mayores).

Actualmente estamos en la corriente de la Innovación Educativa que desde el Boom de las TIC ha ido evolucionando hacia un replanteamiento de la metodología. Las Metodologías Activas, como ahora llamamos a algunas metodologías no tan nuevas traídas de un pasado en el que también se trató de innovar y otras nuevas que parten de la Innovación Tecnológica, han generado un cambio en el rol tanto del profesor como del alumno en el aula. Fundamentalmente se busca que se desarrollen competencias y exista un aprendizaje significativo a través de la personalización del mismo, tratando además de trabajar de forma colaborativa, siendo este aprendizaje natural y cada vez menos ligado al sufrimiento.

Esto se ha llegado al documental como «Pedagogía Peluche» por considerar que se está eliminando el esfuerzo de la ecuación, y que ello lleva consigo la pérdida de valores, la audencia de responsabilidad en su aprendizaje por parte del alumno y, en conclusión, la pérdida de autoridad del profesor.

Como es el alumno el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje en estas metodologías activas, y el docente debe ser un guía o apoyo en este proceso, son algunas las voces que dicen que se está perdiendo la autoridad del profesor.

Pero… ¿qué es la autoridad del profesor? ¿es creerse jerárquicamente por encima del alumno? ¿cómo se hace respetar esa autoridad? ¿cuales son «las reglas del juego»?

Como profesora entusiasta, con vocación desbocada y con adoración a mis alumnos, siempre he tratado de darles lo mejor que conozco. Así pues siempre trato de poner en práctica las metodologías activas y… ¿a qué no sabéis con qué me voy encontrando?

La respuesta de mis alumnos es: siempre estupenda. Les encanta ser autónomos, les cuesta mucho al principio porque están acostumbrados a que les manden hacer cosas concretas y siempre del mismo modo, todos igual. Cuando trabajan de manera colaborativa y autónoma, teniendo a veces que buscar cómo aprender por sí mismos en la red, se sienten libres de exponer nuevas ideas y pierden el miedo al ridículo en clase. La participación es mucho más amplia.

La respuesta de mis compañeros docentes es: la clase se vuelve un caos, a ver cómo manejas esto… los alumnos no aprenden si no lo estudian. Es demasiado trabajo para un profesor, no incides adecuadamente en cada uno de los contenidos, si no haces un examen teórico sobre ello no podrás ver lo que han aprendido, y si es práctico debe ser a través de un ejercicio en un programa concreto haciendo lo que exactamente se les manda. La creatividad aquí importa poco, no es valorable. Lo que se valora es el aprendizaje tácito.

Esto no es producido por las metodologías activas precisamente, sino por una huella marcada de la educación tradicional que ha generado que los centros educativos sean un microcosmos de reglas inventadas entre esas 4 paredes. Os dejo aquí una noticia que ha salido en el País hace unos años acerca de ello. Quizá penséis que este tipo de corriente tradicionalista más anticuada de la educación tan solo se menciona un poco, pero no calará en los renovados colegios de hoy día. Pues creedme si os digo que sí, que muchas veces las palabras de las web de muchos centros educativos relacionadas con «metodologías activas», «colegio con certificación nievel 4», «educación emocional» quedan muy bien como eslogan, pero la realidad del día a día en el aula es otra, más cercana a la autoridad que antes se conocía.

Como profesores, somos el ejemplo dentro del aula para nuestros alumnos. Si no somos admirables… ¿nos tomarán en serio? probablemente no. Y los castigos, los partes, las expulsiones…. no traerán de vuelta la figura de autoridad positiva, sino simplemente lograrán «controlar» al alumnado durante un corto tiempo a través del miedo.

Reflexiones de una profe.

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